Martirios para llevar; en presentacion Efervescente
viernes, 25 de enero de 2013
El tiempo entre costuras
Asentí con un sólo gesto. Un rotundo sí sin palabras. Quién es, preguntó. Se lo dije. A nuestro alrededor continuaban los ruidos de siempre: los niños, los perros y los timbres de las bicicletas; las campanas de San Andrés llamando a la última misa, las ruedas de los carros girando sobre los adoquines, los mulos cansados camino del fin del día. Ignacio tardó en volver a hablar. Tal determinación, tanta seguridad debió de intuir en mi decisión que ni siquiera dejó entrever su desconcierto. No dramatizó ni exigió explicaciones. No me increpó ni me pidió que reconsiderara mis sentimientos. Sólo pronunció una frase más, lentamente, como dejándola escurrir.
-Nunca va a quererte tanto como yo.
Y después se puso de pie, agarró la máquina de escribir y echó a andar con ella hacia el vacío. Le vi alejarse de espaldas, caminando bajo la luz turbia de las farolas, conteniendo tal vez las ganas de estrellarla contra el suelo.
lunes, 22 de octubre de 2012
Domingo
No nos bastan 24 hora de descanso cuando más de la mitad de ellas las dormimos sin soñar, cuando de esa mitad que estamos despiertos soñamos la mitad con dormir; cuando de las 6 horas que nos quedan libres tenemos que entretenerlas preparándonos para el día lunes. Quizás Dios no descansó el séptimo día, quizás se dedicó a preparar su agenda para los próximo dos millones de años.
Y entonces, aquí está uno, robándole horas a su Lunes para poder terminar el Domingo, el día de descanso. Vivimos tan esperando el futuro que nos lo comemos antes de que llegue y luego nos quejamos de recibirlo incompleto. ¿Será que los domingos no son mas que un puente musical en la semana? porque si la vida es una canción, los lunes son el nananá que todos odiamos pero nos sabemos de memoria.
domingo, 14 de octubre de 2012
Poema de amorosa raíz.
Antes que el viento fuera mar volcado, que la noche se unciera su vestido de luto
y que las estrellas y luna fincaran sobre el cielo
la albura de sus cuerpos.
Antes que la luz, que sombra y que montaña
miraran levantarse las almas de sus cúspides;
primero que algo fuera flotando sobre el aire;
tiempo antes que el principio.
Cuando aún no nacía la esperanza
ni vagaban los ángeles en su firme blancura;
cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;
antes, antes, muy antes.
Cuando aún no había flores en las sendas
porque las sendas no eran ni las flores estaban;
cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,
ya eramos tú y yo.
domingo, 26 de junio de 2011
Las cosas no deberían ser así
Este amor mio
Este amor mío
Lo tengo aquí
Amarrado al cuerpo
Para que no vuelva a dolerme
Para que no vuelva llevarme
Para que cualquier mañana, sin ser viento ni suspiro
De alguna manera llene de nuevo mis cobijas.
miércoles, 2 de marzo de 2011
VII
domingo, 26 de diciembre de 2010
La profundidad de la piel
domingo, 28 de noviembre de 2010
Maridos
domingo, 10 de octubre de 2010
Cuando la tierra llora así, el cielo transparente ha de soportar la carga de su tristeza.
adónde se dirigen.
Tus mejillas, sujetas por la sonrisa.
Tus ojos rotos.
El llanto sobreviene sin remedio, la lluvia
viene como una enfermedad, como la guerra de invierno.
El llanto, que se llora a sí mismo
es un acto absurdo, porque
no sabe vivir.
Como esta enfermedad, que no conoce la muerte.
Pero cuando la lluvia ¿no lo sabías?
cubría tus ojos
yo te amaba.
lunes, 31 de mayo de 2010
Rosario Castellanos
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
—antes que lo devoren— (cómplice, fascinado)
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que odiamos.